Históricamente el Poder Judicial -el Poder más conservador, antidemocrático, elitista, verticalista, y misógino de los tres del Estado- fue integrado y operado por el stablishment para criminalizar la protesta social, la pobreza, y la juventud, socavando la resistencia política, con el fin de disciplinar a la sociedad y garantizarle a los grandes grupos económicos concentrados el libre flujo de capitales, la maximización de sus ganancias y la flexibilización laboral de hecho, a la vez de brindarle impunidad al verdadero crimen organizado, todo ello con la atenta mirada y financiación de las grandes potencias extranjeras, los organismos multilaterales de crédito, y el solicito colaboracionismo de las familias patricias, las cupulas militares, las jerarquías eclesiásticas, los servicios de inteligencia, los grandes estudios jurídicos y medios de comunicación, y el cipayismo político vernáculo.
Siempre el Poder Judicial ha sido el reducto de los poderes fácticos para garantizar que nada cambie, haciendo naufragar cualquier atisbo de transformación política que pudiera asomar, sin importarle quienes ganan en las urnas o se expresan en la calle, sino mirando a quienes detentan el poder real, pero todo ese tiempo lo hicieron en un rol secundario legalizando y apoyando a los brazos ejecutores represivos de esas acciones disciplinadoras y criminalizantes.
En los últimos años, sin embargo, han asumido un rol preponderante y protagonista reemplazando al Partido Militar para constituirse en Partido Judicial. No es un invento autóctono, sucede en los demás países de la región, y su libreto hay que buscarlo en los Documentos Santa Fe I y II elaborados en la década del ’80 por el Departamento de Estado de EE.UU. y que se fueron implementando en nuestro país desde mediados de la década de los ’90 a través de los planes de Reforma Judicial financiados por el FMI, el Banco Mundial y el BID con todos y cada uno de los gobiernos democráticos sin solución de continuidad hasta hoy. En ese marco es que se da la condena hoy a CFK, como ayer fue a Lula, y antes, a quien además aún mantienen injustamente encarcelada, a Milagro Sala.
Este fin de semana, con la publicación de los chats y audios de Telegram entre magistrados, empresarios de medios de comunicación y funcionarios políticos del macrismo, como con la bochornosa sentencia dictada en el día de hoy en la aún más vergonzante, y nula de nulidad absoluta, “Causa Judicial Vialidad”, tan sólo se ha corrido el velo dejando expuesto a la luz de todxs quienes quieran ver lo que hemos venido sosteniendo y denunciando lxs trabajadorxs judiciales desde hace décadas.
Esa es la connivencia existente entre el Poder Judicial, el poder político, los servicios de inteligencia, el empresariado e incluso el imperialismo, y ha quedado completamente demostrada y a la vista. Hay que Democratizar el Poder Judicial, no alcanza sólo con que renuncien los jueces de la Corte Suprema ni con ampliarla, aunque es sumamente necesario dar ese paso, debemos comprometernos como sociedad toda para que la transformación sea total y de raíz.
El Poder Judicial no da para más. Efectivamente está enquistado por las mafias que lo lotean para repartírselo. No es sólo contra Cristina, aunque especialmente se ensañen con ella al punto hasta de atentar contra su vida, o contra un determinado movimiento político ya proscripto otrora en nuestro país, ni empezó con la Mesa Judicial y la Gestapo sindical, ni tampoco se termina hoy, porque es contra todo el Pueblo Argentino, porque es un ataque a la Democracia.
Matías Fachal es trabajador judicial, militante político sindical y secretario general de la FJA.