Con la presencia de la AGEPJ, de compañeros contratados y de judiciales que fueron a brindar su solidaridad , se realizó un recorrido por el interior de Tribunales, por las calles aledañas y por el edificio de Administración, repartiendo volantes a los letrados, a los justiciables y a la ciudadanía, para hacer visible la falta de humanidad de nuestra patronal.
Porque hay que ser claros: Esta situación angustiante, injusta, desesperante, de compañeros que fueron utilizados cuando hizo falta y hoy descartados como basura, tiene un único responsable: Una patronal ciega, sorda y apegada a la ley.
Ciega ante los errores, por no decir horrores administrativos, que desembocaron en esta tragedia.
Sorda, porque ante los pedidos de razonabilidad, de humanidad, de esfuerzo sincero para encontrar una solución –solución que con un mínimo de voluntad política aún es posible- que no perjudique ni a los contratados ni a los nuevos ingresantes, lo único que ha hecho hasta hoy fue taparse los oídos, dilatar (como siempre) y apostar por una política de hechos consumados.
Apegada a la ley, sí: pero a la ley del menor esfuerzo. Porque es mucho más fácil dejar en la calle a nuestros compañeros y compañeras que arremangarse y tratar de solucionar el error propio.
Quedan pocos días para lograr una solución humana; si el TSJ no sale de ese encierro blindado por la Guardia de Infantería (penoso espectáculo, junto a las cámaras de vigilancia de democracia degradada y devenida en pesadilla Orwelliana) verán privados de su sustento.
Contradicciones de la vida, el Presidente del Tribunal Superior de Justicia, el mismo que dice creer en “la revolución de las pequeñas cosas”; en “desterrar el no se puede”, se verá preso de sus palabras y deberá asumir el costo de la inconsecuencia. Porque los judiciales no olvidamos las injusticias, y quien siembra vientos, cosechará tempestades.
INDIGNANTE ACTITUD DEL DIRECTOR DE RECURSOS HUMANOS
Párrafo aparte merece la injustificable actitud del Director de Recursos Humanos del Poder Judicial de Córdoba, Contador Carlos Chaves, el que, al llegar los compañeros judiciales contratados al Edificio de Administración para pedirle una solución a su drama, salió de su oficina –secundado inexplicablemente por el delegado del edificio Antonio Dionisio Fernández ,quien se quedó al lado del representante de la patronal y no con los trabajadores-sacándoles fotos, en una actitud que los mismos compañeros tomaron como intimidatoria. “No los conozco”, les dijo. Pues debería conocerlos contador: Sus errores los están dejando en la calle.
No terminó allí la cosa, pues Chaves, visiblemente nervioso y sin poder articular una sola respuesta coherente, ya que sus argumentos eran demolidos uno a uno por los compañeros, amenazó a César “Tony” Espinosa, miembro de Comisión Directiva de la AGEPJ y Delegado de Alta Gracia, espetándole ante una intervención pidiéndoles veracidad en sus dichos, un grosero “no te hagás el matón”.
¿Esa es la clase de personas que deciden todos los días sobre nosotros y nuestro trabajo?; ¿con ellos debemos dialogar para buscar soluciones? En cualquier otro lugar o institución, un funcionario con el historial de errores como el que hoy nos ocupa, y poseedor de un mínimo de dignidad, debería dar un paso al costado y dejar sitio a gente idónea y con sensibilidad ante el dolor ajeno.
¿Pero qué se puede esperar de un funcionario así, si en la Provincia de Córdoba hasta el Jefe de Policía se da el lujo de amenazar impunemente? Que se puede esperar de una persona que renegando de su pasado sindical, teniendo en frente a él a compañeros que se quedaran sin sustento, les dice, sin ponerse colorado, con cinismo y descaro “ustedes han tenido el privilegio de trabajar en el Poder Judicial”. Sepa usted, Contador, porque parece que se le ha olvidado, que el trabajo es un derecho constitucional, no un privilegio. Ayer, Carlos Chaves mostró y demostró las razones por las que ocupa su cargo: Nos trato como recursos no como seres.