Higui está presa porque es el claro ejemplo de lo que para nuestro Poder Judicial patriarcal, machista y misógino constituye la “mala víctima”: la insumisa, la que no espera ser una muerta más, una mujer violada más, y responde por su vida.
Pareciera ser que este Poder Judicial es menos titubeante cuando la legítima defensa es de un varón de clase media en ocasión de robo pero no cuando se trata de una mujer, lesbiana y pobre, que defiende su vida y su sexualidad.
Es doblemente escandaloso y repudiable que ella esté presa por defenderse por sus propios medios mientras el Estado invierte menos de $1 por mujer en políticas contra la violencia hacia las mujeres.
La encerrona es clara: El Estado aparece sólo para condenarlas y no para garantizar derechos, tal como fue en el caso de Belén, presa por haber sufrido un aborto espontáneo y liberada por el reclamo de las organizaciones feministas y populares.
Esta situación no merece más que nuestro absoluto repudio; como trabajadores y trabajadoras judiciales, profundamente comprometidos/as con las luchas de nuestro pueblo, exigimos la liberación de Higui, así como la democratización y despatriarcalización del Poder Judicial.
¡Libertad para Higui!
¡Vivas y con derechos nos queremos!