Un primer análisis nos permite decir que tal como viene ocurriendo en los últimos años la ofensiva de los sectores del Capital contra lxs trabajadorxs es sistemática y cada vez más agresiva.
En esa actitud son acompañados por un número mayoritario de gobiernos.
Podríamos decir que nada nuevo.
En este punto es oportuno recordar que la OIT fue creada en 1919 en el marco del Tratado de Versalles que puso fin a la Primera guerra mundial (tal la información oficial del Organismo) a lo que podríamos agregar, poco tiempo después de uno de los acontecimientos capitales del siglo XX cual fue la Revolución rusa.
Más tarde, en 1946 luego de finalizada la Segunda guerra mundial con los consecuentes realineamientos geopolíticos internacionales, la OIT se convierte en el primer organismo especializado de las Naciones Unidas.
Sin lugar a dudas que a lo largo del tiempo la OIT ha contribuido a que en el marco del sistema capitalista lxs trabajadorxs vieran reconocidos muchos de sus derechos. En tal sentido los Convenios han ayudado a avanzar en la conquista de los mismos definiendo criterios que son de reconocimiento obligatorio para los Estados miembros que los suscribieron. No obstante han sido las luchas de las y los trabajadores las que han definido las disputas.
Ese equilibrio, muchas veces inestable, entre trabajadorxs, empleadores y gobiernos ha expresado una determinada relación de fuerzas y la OIT en tanto espacio de disputa lo ha reflejado acabadamente.
No es casual que el Convenio 190 aprobado el 21 de junio último que se refiere a la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo lo haya sido luego de diez años de ausencia de nuevos convenios.
Tampoco lo es la sistemática inclusión en la lista de “casos” sobre violaciones a los Convenios que se tratan en la Comisión de Normas de Cuba, Venezuela o cualquier país que no resulte integrante del bloque de países dominantes o súbditos del poder económico y político mundial.
En esta Conferencia resultaron indignantes los argumentos en defensa de las políticas laborales impulsadas por el Gobierno de Brasil. Y, sintomáticamente, fueron representantes del sector empleador de Argentina y Uruguay los más
férreos defensores del modelo de explotación y no derechos que intenta imponer Jair Bolsonaro en el país vecino.
Los representantes del Gobierno argentino no se quedaron atrás. Incluso el Ministro Dante Sica sostuvo ante representantes de la Delegación argentina que la OIT debe ser repensada teniendo en cuenta que no respondía a los requerimientos de estos tiempos, que respondía a la realidad post segunda guerra. Recordemos que estos sectores pretenden eliminar el Comité de Libertad Sindical y la Comisión de Expertos y sobre todo el derecho de huelga.
La OIT fue creada para “encarar el ideal de que no es posible alcanzar una paz universal y permanente sin la justicia social” según expresa en sus documentos el Organismo internacional.
Sin embargo sus resoluciones son producto de las disputas que se dan en su seno y en cada rincón del Mundo. Hoy observamos un fuerte avance de los sectores de derecha que acceden a gobiernos, impulsando medidas en contra de los sectores populares y en particular de la clase trabajadora, alentando la xenofobia, el racismo, el individualismo y exaltando el modelo neo-liberal.
Como decíamos al principio la ofensiva de los sectores patronales y la mayoría de los gubernamentales contra el sector trabajador es muy fuerte y resulta ser el correlato de la ofensiva política de las derechas en todo el planeta.
Capítulo aparte merece el accionar de algunos sectores sindicales internacionales que parecieran vivir en un mundo ajeno al de lxs trabajadorxs que dicen representar. Se los nota más preocupados en protagonizar inconducentes y estériles “diálogos” a la espera quizás de la aprobación del poder político y económico.
Conclusión: la clase trabajadora se encuentra atravesando una etapa muy compleja y crítica ante la ofensiva de los sectores dominantes y que se refleja en distintos escenarios como la OIT.
Dicha situación interpela a lxs trabajadorxs y particularmente a sus organizaciones. La FJA y los sindicatos que la constituyen no están fuera de este desafío y por tal motivo es fundamental afirmarse en el principio básico e irrenunciable de la Independencia de clase.
CABA, junio de 2019.-
Hugo A. Blasco
Secretario General – FJA